Poeta, cronista y crítico literario venezolano. Si bien su obra poética, en especial su libro Cantas, constituye lo más depurado de su obra, es bueno señalar que Arvelo cultivó la crónica en Caminos que andan (1952), y la crítica literaria en Lazo Martí, vigencia en lejanía (1966). En el campo poético, de alguna forma, tanto Francisco Lazo Martí (1869-1909) como Arvelo Torrealba se enlazan al cantar al llano en su escribir, aunque Arvelo llevó adelante lo iniciado por Lazo Martí. Arvelo Torrealba fue miembro de una generación posterior a la de Lazo. Él logró llevar el indigenismo poético a extremos más plenos, todo ello vaciado dentro de rasgos más modernos, ya que siempre es visible cómo la sensibilidad suya y la de Lazo Martí se unen en diversos momentos. Allí la visión del llano -Arvelo Torrealba era barinés (véase Barinas), Lazo fue guariqueño (véase Guárico)-, lo rural, la zona tórrida, el vigor de la primavera, el horizonte amplísimo de la sabana, como él lo dice en sus Cantas, lo lleva hacia un verso más interiorizado, íntimo, en medio de aquella inmensidad en donde el hombre está íngrimo, abandonado. Es en esa soledad donde Florentino, el coplero, el trovador llanero, se encuentra con el Diablo. Es allí cuando se produce el gran palique que recoge el poema Florentino y el Diablo, a través del cual se atrapa la gran figuración de la sabana. Este poema grande, inmenso, sobrecogedor, produjo con el tiempo la que sin duda es la mayor obra musical sinfónica de Venezuela. Nos referimos a la Cantata Criolla (1954) de Antonio Estévez.



 

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